Nací un día de junio en Bogotá, una tierra de amores y dolores. Los cerros rodearon mi infancia. El olor a eucalipto y lluvia fresca son mis primeros recuerdos.
Nací en donde el continente americano ensancha sus caderas y danza al ritmo de los pájaros. En un país que tiene en los labios una canción de amor que conjura la vida y la muerte que lo pueblan.
Una voz traída de sus mares me golpea canciones al oído. Me acunan los brazos de una mujer morena. Una madre vestida de verde esperanza ante la incertidumbre, y de música ante la adversidad. Empiezo a vislumbrar el día, a hablar el lenguaje salido de mis entrañas. Empiezo mi travesía con un canto…un canto a mi deseo indomable de mujer libre…
Tras la ventana del patio de mi vida aparece un rostro perdido en espuma de afeitar. Un tenor suelta por los aires a Caruso, despierta a los niños de la casa con voz melodiosa en una mañana de sol dominical. Todo está bien, nos canta. Mis sueños de padre joven aún no mueren…el amor sigue rondando…
Veo el sofá de la sala. Desde allí, cinco mujeres apasionadas entonan en las noches en comunión un rezo. Celebran con canciones la vida. La alfombra donde cada tarde, al llegar de la escuela, descansan los libros y sus dueñas, sigue allí. Mi hermana segunda, suave y dulce, está conmigo . Cerramos los ojos al Concierto de Aranjuez… Cae afuera otro aguacero… Adentro arde en la chimenea con la música el deseo creciente de entender el mundo en confusión en que habitamos.
Atrás, en el patio, también está mi abuelita. Sus ojos verdes me miran. Se peina su larga cabellera gris. Al ritmo ondeado de su pelo crea historias de espíritus y duendes… canta melodías milenarias. Música de la memoria colectiva de mi tierra. Una tierra que ya hace tanto tiempo sueña con la paz.
Escucho en todos mis rincones infantiles música… Es mi compañera de viaje. Me consuela cuando pierdo un juguete… se va un amigo, el primer amor se despide, abandono mi hogar. Llena mi soledad. Reconforta y protege a mis angustias. Guía mis pasos inciertos en la oscuridad de la noche. Escucho melodías que me llaman a cantarle a mis alegrías, a mis penas, a mis luchas, a mis encuentros con el amor y el desamor…
Y me atrevo… Me atrevo a salir corriendo, a plantarme en un escenario para entonar con mi voz que sale de las cavernas de mi cuerpo, que quiero ser canto, que quiero transmitir en mi voz un sentir sin límites… que decido en mi voz ser y estar…
Y transformó en mi voz las experiencias que vivo, comparto alegrías, aprendo a cantar en las calles de las estaciones de mi vida…También así, me atrevo a ser madre. A arrullar con mis canciones a un bebé. A crecer con él, a compartir su vida y la mía…y la de los otros en un abrazo.
Ahora estoy aquí…en Berlín envuelta en el deseo que vino lejano a ritmo de tamboras… Estoy aquí, en el otoño de mi vida, dibujo en canciones el sonido del lenguaje que ningún corazón herido puede detener… Estoy aquí ahora… presente en estas, mis canciones, salidas del fondo de la tierra, de la profundidad de los océanos, de mi vientre, planeta susurrante…
Música con Alma… Musik mit Seele… Music with Soul…